Sí y no.
La idea de hacer la final de la Copa Libertadores en un estadio neutral obviamente surge como copia de lo que practica UEFA con la Champions.
Pero las ciudades en el viejo continente están mucho más cerca unas de otras. Algunas están interconectadas por rutas de tren o buses y los hinchas pueden optar por estas opciones, o en algunos casos pueden llegar hasta conduciendo sus propios autos.
En Sudamérica no es tan fácil. Los hinchas de River o Flamengo tienen que tomar avión para llegar a Lima, y en caso no tengan el presupuesto, pueden someterse a una travesía por tierra y con muchas escalas.
La final única también le quita la opción de ser local a los finalistas. Es decir, no solo no tendrán un partido con todo el estadio a su favor, sino que tampoco se harán con el 100% de la taquilla.
A favor tenemos que se verán 90 minutos en los que tienen que ir a todo o nada. No jugarán esta final pensando que habrá un partido de revancha, por lo que debería verse un fútbol más atrevido en lo ofensivo.
Además, para los anfitriones es una buena oportunidad de mostrar su capacidad al mundo. El partido de mañana lo verán más de 5 mil millones de espectadores en 169 países.
Lima no ha desaprovechado esta ocasión para lucirse y llevar a cabo un trabajo respetable en la organización. Ha sido tan bueno que ha generado elogios de la prensa internacional y hasta lo han comparado con el trabajo logístico de un Mundial. También se ha aprovechado en activar el turismo, el mercado, la gastronomía y otros rubros.
En conclusión, la final única puede ser vista de dos formas, pero vaya a donde vaya, se juegue donde se juegue, el fútbol sudamericano siempre será una fiesta.
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