Las calles se han pintado de rojo y blanco, pero no precisamente porque juega la selección. Las cornetas suenan y no porque se acerca la hora del partido. Las gargantas ya andan resecas, pero no por gritar goles, sino por alzar su voz de protesta contra quienes hoy lideran los poderes del Estado.
Bien dicen que el fútbol es lo más importante de lo menos importante. Y sí. Hoy el pueblo no termina de reponerse del duro golpe que significó la pandemia. Aún lidia con la pobreza y el desempleo, y a esto se le suma un problema más: la abrupta intervención del Congreso para tomar el poder Ejecutivo.
Y dentro del caos que simboliza tener el país agitado por las manifestaciones, el fútbol es lo único que puede apaciguar el clima, al menos por un momento. Dos referentes de la selección ya expresaron su pensar sobre la actual crisis política y no dudo que su pensar puede ser un plus motivacional al jugar el partido.
No hay que confundir las cosas. Pedir que la selección no juegue por la coyuntura política es una payasada. Considerar al fútbol como una cortina de humo también es erróneo. El fútbol es alegría y una vía de desahogo para las tensiones de la sociedad.
Así que este es el momento ideal para ganar y demostrar de qué estamos hechos los peruanos. Tenemos dos partidos en juego. Ustedes traigan los tres puntos. Nosotros nos encargamos de la lucha constante por el bien común del país.
¡Arriba Perú!
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